Vamos a la escuela a esculpir nuestra integridad humana
pero en ella el único afán es llenar la mente con datos,
verdades y medias verdades para sólo memorizarlas y repetirlas.
Así, engañados, algunos terminan de “doctores”, de eruditos,
pero no cultos ni humanizados.
Corazones, inteligencias, manos y valores
muy pocos quieren cultivar.
De nuestras mil ilusiones infantiles
nos niegan a jugar, crear, recrear, inventar, soñar…
Nos exigen cumplir moldes, rutinas y tradiciones.
Cuando dibujo no me permiten agrandar
la ventana por donde te veo,
entienden las magnitudes de las cosas
pero no de mis visiones y sentimientos.
¡En el aula está prohibido crear!
Vencidos por el rancio academismo
no quieren que juego, estudio y trabajo
sean flexibles y tengan nuevas formas
para que los niños podamos sonreír y reír.
Imponiéndonos pasividad, silencio y sumisión
nos dicen que nada hay que crear en el mundo, que ya todo está creado.
Si voy a la escuela a ampliar mis ilusiones
duele que apaguen mi vida,
que mi entendimiento siga en la penumbra, que mi corazón se hiele,
que mi cuerpo permanezca inerte
entre conformismos e indiferencias de unos y otros.
Cansado de reduccionismos, prohibiciones y sanciones
¡quiero irme de estas aulas!.
No ansío ser robot, quiero amplitud humana.
Reconozco que saber es necesario pero no suficiente.
No deseo ser sólo un sapiente más.
Con la cortedad de esa educación
no alcanzaré a ser hombre.
Busco luces para mi mente,
alas para mi imaginación,
afiebrar mi amor para volar juntos,
estímulos y libertad para crearme y crear.
¡Busco ser hombre crítico, creativo y solidario!
¡Busco educarme en todo cuanto tengo de Hombre!
Mavilo Calero Pérez
